Antonio falcó fue un pintor de escenas surrealistas, de cuidadas composiciones donde el detalle y el dibujo perfecto imperan.
Se revela en sus cuadros un dominio perfecto del trazo, que complementa con una maestría del color que revela una gran formación como artista plástico.
Se le reconoce por componer escenas impactantes con elementos sin relación aparente alguna, pero llegando a formar conjuntos heterogéneos, donde no sobra ningún elemento.
Perfecto trazo del retrato así como de detalles: los plegados de las telas, los reflejos de luz, los brillos del cristal.
También se detecta en su trabajo un perfecto dominio de la perspectiva, dando a sus obras una profundidad acorde con las temáticas que muestra, siendo todo ello un conjunto inseparable.