Navarro Gómez, Antonio Pintor y dibujante, nació en Alcoy (Alicante), el 21 de enero de 1957. Se forma en las academias de dibujo de su ciudad natal. Es uno de los pintores levantinos que lleva a cabo una fecunda labor en cuanto hace posible la búsqueda y la revalorización de sus raíces, capaz de desentenderse de los actuales cantos de sirena, para constituir su arte en expresión pura, que responde a muchos de los tópicos de la pintura romántica. Exposiciones Nacionales por la península así como las internacionales en Arte-Expo Nueva York (EEUU.) High Point, Carolina del Norte (EEUU.). Sus obras se encuentran en numerosas colecciones particulares de España, USA, Venezuela, Japón, Arabia Saudí, etc… Obras suyas figuran en permanecen en las Galerías “Llamas” de Bilbao- España.
Antonio Navarro dispone de una fuerte personalidad y de dominio pictórico de todo aquello que quiere representar, con el calificativo de excepcional artista de la construcción creadora para la colocación situacional de sus protagonistas en el cuadro. Hábil e irreprochable, en pinceladas rápidas y decididas, observamos en su pintar la presencia de la luz como elemento básico del léxico formal que adorna el cuadro con efecto de hermosa belleza cromática. Sencilla pero profunda esta plástica propia que vuelve a lo clásico mediante esa especie de pintura sentimentalista que cultiva. Y con tal postura personal que define el carácter de quien la plasma y sigue fiel a unos mismos conceptos que domina poderosamente y con los que incrementa la capacidad comunicativa de la obra. Cada imagen ejemplar se logra por las dotes artísticas que quien la pinta posee, aparte de los semblantes íntimos del realismo mágico impuesto a esas formas femeninas. Ello contribuye a destilar el aspecto lúdico, sensual y subjetivo de la escena, especie de figuras vertebradas alusivas a lo humano desde un cromatismo entonado que define como la espontaneidad interpretativa a “su obra”. No le es ajeno el costumbrismo de la Escuela Mediterránea ni el colorismo de Levante La captación exótica y exuberante recupera el atractivo que se había perdido al olvidarse del Romanticismo de los rostros femeninos, de los atuendos tradicionales de cada región, que en la suya Navarro ha recuperado. Se trata de enfocar aspectos lúdicos, de nítida composición, donde todo está matizado, cada pieza organizada en la composición, esmerada en la ejecución, armoniosa ideada de la causa temática al efecto estético.
Estas son las emociones de un pintor-poeta. A la vista están. Sin necesidad de aportes teóricos ni conceptuales para testimoniar al gesto. Tratan o con una buena mano dentro de una atracción resultante del fluir del pincel sobre trasuntosw humanos de figuras y oficios acompañados de dominio de la luz, de agradable sensación que impacta y el poder evocador de las escenas populares. Navarro pinta con apasionamiento, dejando bien claro que el escrupuloso respeto que siente por la forma es indicativo de delicadeza, orden y simetría en un arte de cuerpo y espíritu elevado a distinción y a categoría. Antonio Navarro pone como primer plano de sus telas niñas y mujeres bajo una figuración de carácter expresionista y como telón de fondo la cálida familiaridad de la persona ante el marco de la luz levantina. El esquema se ha convertido en escena narrativa donde se contextualizan y configuran esas criaturas que palpitan lirismo, aspectos de realidad floral frutas variadas, ador- nos de animales domésticos, antiguos motivos rústicos y agrícolas de trabajadores del campo, naturalezas animadas o inanimadas y modelos retratados de lo natural. He aquí un ejemplo de pintura hecha de verdad, con autenticidad, y compuesta de alardes estéticos, claros y nítidos, preciosistas y minuciosos, como las bellas obras emocionales rebosantes de sinfonías lúcidas, de magníficos contenidos y de referencias a la mujer, algo fijo en la explosión más fascinante de la pintura de Antonio Navarro.